"Quizá los animales están más adelantaos que los japoneses y que nosotros"
Silvio

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domingo, 27 de diciembre de 2009

Gran Ilusión

Gran Ilusión es el título de un disco (y tema) de Engendro, uno que he incluido en la nueva selección navideña que he colgado en el blog para que escuchéis mientras leéis. Así que, antes de seguir leyendo, pulsa el botón de "Selección navideña", te espero.

¿Ya? Perfecto, disfruta del mensaje "subliminal" del rey y de otros temazos como la Navidad de los electroduendes...

Y ahora vuelta a lo de gran ilusión. Eso era lo que sentíamos (sentimos) de pequeños cuando nos levantábamos el día 6 de enero. Entre esos geniales juguetes de nuestra época, había uno que alcanzó la categoría de clásico: que levante la mano quien no haya tenido un AUTO-CROSS

Aquí lo tenéis, cortesía de laretrotienda.com (gracias)
Un cochecillo con menos detalles que un spectrum se movía, manejado por un volantillo, surcando una "red de carreteras" simple a más no poder, todo ello (TODO) fabricado en un maravilloso plástico tan endeble como cartón. Pues nos encantaba.
Funcionaba a pilas, por supuesto; creo recordar que con esas pilas grandes que llevaban muchos juguetes y que pesaban tanto que acababan haciendo ceder las tapas y se desparramaban cada vez que levantabas el juguete. Con una play-station nos tiraríamos de los pelos y juraríamos en arameo por haber perdido los datos no guardados después de hora y media de partida... Con estos juguetes, volvías a poner las pilas, pegabas la tapa con esparadrapo y te ponías a jugar otra vez.
Pero volvamos al juego: Encender el motorcillo con esa llave de plastiqué y manejar ese coche era algo... mágico ¿no? Sí, así se podía calificar este primitivo Out Run. Tan mágico que todos, absolutamente todos los niños, al tercer día, atraídos por aquel misterio, levantábamos el tablero del juego para ver como funcionaba aquello.
El mecanismo era sencillo: Un dispositivo giratorio con una varilla que tenía un imán. El imán "tiraba" del coche (que tenía otro imán) a nuestro antojo, cuando hacíamos moverse la varilla con el volante. Descubrir este secreto, lejos de restarle diversión al asunto, abría todo un mundo de posibilidades ante nuestros ojos. Era entonces cuando experimentábamos con toda suerte de objetos metálicos o pegados a un imán y circulaban por aquellas carreteras desde muñequitos hasta simples alfileres (me encantaba pilotar alfileres). Genial.
Un juguete único, probablemente uno de los primeros que la mayoría de mis coetáneos mencionarían ante la pregunta de qué juguetes recuerdan de su infancia. Hoy hay Gran Turismo, GP Rally, Taxi Simulator y qué sé yo para toda suerte de consolas, en los que puedes elegir hasta las pegatinas de los coches o diseñarte tus circuitos. En aquella época había Auto-Cross... Y todos flipamos cuando, aprovechando el tirón, sacaron el Auto-Cross TURBO. Claro, que también éramos delgados.