"Quizá los animales están más adelantaos que los japoneses y que nosotros"
Silvio

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jueves, 30 de septiembre de 2010

Al final, Haneke (I)


Uno de mis directores favoritos, probablemente uno de los que menos te gusten a ti o más probablemente que ni lo conozcas, es Michael Haneke. Y es que Haneke tiene eso, que te fascina o te aburre soberanamente. Yo me encuentro entre los primeros, hablando en general, así que hoy intentaré ganar adeptos que engrosen la lista de sus seguidores y, por supuesto, abrir el foro para escuchar opiniones.

En una crítica de una película de Haneke, el crítico decía que te sentías como si te estuvieran regañando... y un poco así son las películas del austriaco. No todas, pero sí podríamos decir que en líneas generales, sus películas son mitad regañina, mitad puñetazo en la cara y en ocasiones, como si en invierno llevaras puesta ropa mojada.

Como creo que querré contaros muchas cosas y que esto ya apunta a ser a big toast, es decir, un tostón, creo que empezaré por el principio y además que dividiré este post en varias partes. Hace tiempo que vengo pensando en poner una entrada sobre Haneke, pero ha sido un hecho concreto el que me ha decidido a hacerlo.

Empecemos por el principio:
Conversaba hace unos meses con una amiga psicóloga acerca del gusto por las películas violentas y otros consumibles violentos, pero en especial hablábamos del cine. Ella se sorprendió notablemente -o no- cuando yo le decía que a mí me gustaba el gore y que en otra época fui un asiduo consumidor de cine de terror y de ese género.

Mi amiga sin dudarlo elaboró un diagnóstico a priori: "Tú estás mal de la cabeza, tú tienes algún problema". Muy científico... El caso es que ella siempre ha dicho que no entiende como un ser humano puede encontrar beneficio alguno -no digamos ya diversión- en consumir productos basados en una serie de actos o actitudes marcadamente violentas, impropias del hombre "psicológicamente sano" y en definitiva de la condición humana en sí.
(¿Dónde está Haneke? No os preocupeis que llegará)
Y no hablábamos solo del gore, respecto al que un razonamiento así es normal que se produzca, sino ya de cualquier película que recree este tipo de situaciones.

Yo entiendo su razonamiento, y es casi loable que aún queden "espíritus tan filántropos" por el mundo, pero me resisto a caer en el reduccionismo de tildar de sádico a todo aquel que disfruta viendo una película de terror o violenta.

Ahora bien ¿vosotros qué creéis? ¿Pensáis que está justificado el maremágnum de violencia en cine, música, televisión o publicidad? ¿Todo vale bajo el paraguas de la libertad de creación? ¿Creéis en la condición humana? ¿Pensáis que estamos imprudentemente tirando chispas en cajas de bombas andantes? ¿Existen límites? ¿Cómo nos condiciona, como personas, todo esto?

Reflexionad... ya que escribir, lo que se dice escribir, no soleis.

Seguiremos mañana o pasado... con más cosas y Haneke

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