"Quizá los animales están más adelantaos que los japoneses y que nosotros"
Silvio

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lunes, 27 de septiembre de 2010

EL COCHECITO LERÉ


Septiembre ha sido un mes convulso.

Los universitarios buenos (que no los buenos universitarios) tenemos exámenes en septiembre, eso lo sabe hasta el boli. Yo, el otro día me examiné de Evaluación de Impacto Ambiental II: Medio Socioeconómico. Esta asignatura ha sido un jarro de agua fría para mi aburguesado ecologismo. La verdad, no me ha mostrado nada nuevo, pero me ha servido para recordarme lo negro que lo tenemos... y no me refiero al futuro, sino al presente, lo que es más chungo aún. Yo, romántico de la Educación Ambiental, he visto cómo mi trabajo ha vuelto a ocupar un lugar secundario en el escalafón de nuestra vida. Este mundo necesita algo más... este mundo necesita muuuucho más.

Una revolución es necesaria, un cambio profundo si queremos seguir adelante. El mundo es una gran bola de nieve que crece y crece a medida que coge velocidad y terminará por estamparse al final de la cuesta: Consumo desmedido de recursos a escala mundial, consumo sin sentido a escala particular, crecimiento y producción, costes y beneficios... niños muriéndose de hambre y gente hacinada en poblaciones que no cesan de crecer.

Un absurdo absoluto, un gran atentado, por igual, a la razón humana y al animal que un día fuimos y del que queda poco más que el pulgar prensil.

Mientras, los titiriteros destinan no sé qué subsidio para paliar no sé qué problema, no sé que fondo para no sé qué cosa o le ponen un nombre verde a no sé qué política. Huida hacia adelante. Desarrollo Sostenible. Una de las mayores patrañas jamás contadas.

¿Y tú? tratando de que la gente se de cuenta. ¿Para qué? Pues me gustaba pensar que para algo más, pero quizá solo sea para mantener la esperanza de activar un interruptor en ese futuro hombre que lidere la gran revolución, ya que yo no tengo los cojones para hacerlo.

Septiembre ha sido un mes convulso

Ayer concluyó la Semana Europea de la Movilidad. La movilidad, otro concepto que se presta bastante a la hipocresía. Todos anhelamos una movilidad "sostenible", todos coincidimos en que hay muchas cosas que se pueden hacer y todos sentimos el impulso de hacerlas, hasta nos las llegamos a proponer... para, finalmente, seguir como estamos: encadenados a nuestro coche.

Añoro los tiempos en que me movía en bicicleta por mi ciudad. Era joven, no desfallecía por ir de un sitio a otro en bici y, sobre todo, no tenía carnet de conducir, claro. Las cosas eran más fáciles para un chaval de 16 años que para un talludito de treinta y tantos con una familia que mantener.

Septiembre ha sido un mes convulso

Esa revolución de la que hablaba antes pasa sin duda por un cambio global en las fuentes energéticas que empleamos. Deberíamos aspirar al abastecimiento por energía solar pero hasta que eso llegue, yo, de momento, he tenido la suerte de que me han dejado un vehículo especial durante dos semanas.

Se trata de un coche 100% eléctrico, nada de motores híbridos. De momento no lo recargo a través de energía solar, pero es un paso adelante. Es un modelo que se pondrá a la venta en unas semanas o meses y que me han dejado para probarlo y que se vea por las calles.

Prácticamente silencioso, de emisiones cero y prestaciones como las de cualquier coche de su tamaño. Una verdadera gozada. Como es una gozada la sensación personal de desplazarte y pensar que no estás emitiendo gases... sin contar con los emitidos en la generación eléctrica, claro, pero ese es otro tema; vayamos pasito a pasito.

Y uno se pregunta si llegará a ver este tipo de vehículos circular de forma mayoritaria por nuestras ciudades. Espero que sí, porque el cambio es espectacular; para mí, de momento, es un acto de fe. Sería tan sólo un pequeño engranaje en la espectacular maquinaria que necesitamos para salir de la situación que vive el mundo, una maquinaria de la que todos (políticos, empresarios, gente del campo, ciudadanos de a pie, Norte y Sur) formamos parte, no nos olvidemos.

Mi trabajo... quizá sea una pizca de grasa en uno de los dientes más desgastados de la tuerca más pequeña del engranaje más insignificante de esa maquinaria... pero las máquinas han de estar engrasadas ¿no? Prefiero pensarlo así.

Septiembre ha sido un mes convulso... pero no lo suficiente.

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